Dibujar y escribir se realimentan en el trabajo de Javier Peñafiel, son un híbrido y no el resultado de una multitarea. Cuando decimos que Javier escribe como si dibujara y dibuja como si escribiera, nos referimos también, al lugar que habilita en su trabajo para que los públicos (este es siempre un plural) decidan entre el mirar y el leer sin tener que descartar ninguno.

Dibujo inalámbrico, en su título, se refiere a esa capacidad y condición de disponibilidad, de no estar fijado y también a la necesidad de comunicar en abierto, sin hilos, un dibujo incondicional. El dibujo disfruta de una autonomía y fisicidad como poco en nuestro mundo digital, por decirlo de alguna manera, es siempre sostenible, un trato de la mano. Y alude, también, a nuestra dependencia de los teléfonos móviles planteando que contra esa adicción la mejor terapia es la escritura dibujada o el dibujo escrito. Una vida caligráfica.